lunes, 31 de diciembre de 2007

SUBIR A LA MONTAÑA


Me gusta, ya lo sabes, saludar a la aurora
en la playa sonora , bajo un cielo de tul.
Dormir sobre la arena soñando con mi amada,
que fiel y enamorada vela mi sueño azul.

Subir a la montaña debajo de los pinos,
bordeando caminos, a las cumbres llegar.
Trepar por las laderas y del águila el nido,
contemplar, escondido, su atento vigilar.

Comulgar con la tierra y sentarme cansado,
después de haber libado, en un claro hontanar.
Descender a los valles del oloroso espliego,
y olvidando tu ruego, olvidarme de amar.

sábado, 22 de diciembre de 2007

PINACOTECA PERSONAL




BODEGON

(Cera) 45 x 30 cm.

PINACOTECA AJENA




VISIÓN ONÍRICA DE LA CORUÑA

Urbano Lugrís

Oleo sobre tabla 60 x 40 cm.

PINACOTECA PERSONAL




VIDRIERA

(Cera) 45 x 30 cm.

PINACOTECA PERSONAL




REPISA

(Cera) 60 X 40 cm.

PINACOTECA PERSONAL




CACHARROS

(Cera) 60 x 40 cm.

viernes, 14 de diciembre de 2007

EL TANGO




Soneto porteño

Cuando el candombe de un tango orillero
revuelca por el fango del suburbio
la oscura nota de su origen turbio,
rezonga el bandoneón sueño tanguero..

Arde la luz del querosén que troca
el imposible duelo de las facas,
que deja al sur la senda de Barracas
y el turbio riachuelo de La Boca.

Desde la Cruz del Sur brilla una estrella,
que entre aromas de nardo y de glicina,
contempla la milonga en la quebrada.

Y en la penumbra de Nueva Pompeya,
del arrabal erguido en vieja esquina,
se va, luz de almacén, hacia la nada.

ROMANCE DE PACO RIVERA




En la muerte de Paquirri

Paco Rivera “Paquirri”
el mejor de los toreros
caíste de una cornada
de Avispado el traicionero.
Cuando los chisperos ponen
crespones en el albero,
cuando las Manolas lloran
sangre de cuerpo moreno,
cuando arrastran las mulillas
jirones de terciopelo,
caíste de una cornada
con tu vestido oro y negro.
¿Por que trajiste mal toro
a la muerte en tu escalpelo?
¿Donde dejaste Paquirri
tu quiebro firme y sereno?
Hoy vas montado a horcajadas
en una jaca sin freno
con una moza a la grupa
sin carne sobre los huesos.

Suenan trompetas celestes
y los timbales del trueno,
hoy hay corrida de rumbo
con los toreros que fueron.
Sale a despejar la plaza
un angelito moreno,
y no suenan pasodobles
que sale al son de un bolero,
rosario de notas hecho
en los clarines del cielo
Ya estás pisando la arena
al lado del Espartero,
de Curro Puya y José
de Manolete y Granero.
Ya por el hondo portón
salen las sombras de Islero,
Pocapena, Bailaor,
Perdigón y Jocinero ,
con Avispado, seis toros
de la vacada del miedo.
Das una larga cambiada
de rodillas en el suelo
y la sombra del astado
remata en el burladero,
afarolados que alumbran
la ruta del cementerio.
cuatro hachones encendidos
con banderillas de fuego
Chicuelinas desmayadas,
verónicas de convento,
pases de pecho dormidos,
manoletinas de invierno,
adorno de fuego fatuo,
ovación de sahumerio.
Entre lloros y quebrantos
has de dar la vuelta al ruedo.
Paco Rivera “Paquirri”
ell mejor de los toreros



ROMANCE 29/9/84

martes, 11 de diciembre de 2007

ROMANCE DE LA NIÑA BOBA

La niña boba de manga


A donde se va la niña
toda vestida de rosa,
a donde se va la niña
que llaman la niña boba.
Pequeñita y poca cosa
está pensando en su boda,
ella es de Fuente Ovejuna
en la provincia de Córdoba,
cree estar enamorada,
y en su cabecita loca,
borracha de fantasías,
pero callada su boca,
sueña en lugares lejanos,
piensa que llegó su hora,
y ya no le importa el juego
tan lindo de la amapola.
Hoy todas sus ilusiones
tienen una idea sola.
Está muy bien enterada
de un príncipe que la adora.
En el propio Uzbekistán,
aquel que por ella llora,
y prepara su caballo
para acudir sin demora.
Viene desde Samarcanda,
su madre es Reina y Señora,
y no vendrá en solitario,
vendrá con su escolta toda,
vestidos de arriba abajo,
según la última moda.
Trae un azor en la mano
y en la cintura una joya,
para entregar cuando llegue
a la que ha de ser su esposa.
Viene avispado y despierto
por si alguno se la roba.
Viene feliz y contento
aunque la lluvia lo moja,
o lo abrasa un sol ardiente,
del que reniega la tropa.
Ya en su duro galopar
se ve la luz de la aurora.
Va a cumplirse su deseo
de ver a la niña boba

MI ABUELO


Ni es mi abuelo, ni soy yo, pero sirven



Me gustaría haber sido relojero de alto vuelo,
quisiera, como mi abuelo, el que me enseñó a leer,
ser dueño de mi taller y alcanzar fama de honrado
pero nunca lo he logrado , jamás lo he podido ser.

Quisiera, de corazón, emular a aquel buen viejo,
que fuese como el espejo donde un día me miré
y tener también un nieto al que enseñarle la esencia
de las letras, con paciencia , con sabiduría y fe.

Usaría, como el hizo, tapas de la alcantarilla,
en lugar de la cartilla que nunca necesitó.
Esta redonda es la “o”, la “m” con la “i” mi,
así fue como aprendí, tal fue como me enseñó.

Aunque parezca increíble, con tan simple silabario
aprendí el abecedario ,y leí en el ABC
descifraba los letreros “FRUTERIA DE ARAGÓN”
marcaba con su bastón, y pocas veces fallé. .

Nada se le resistía a mi pertinaz abuelo,
que con increíble celo me enseñaba la lección.
no necesitó pupitre, ni encerado, ni libreta,
usó su mente perfecta, hasta rechazó el catón.

Quisiera, como mi abuelo, haber sido un artesano,
trabajador de la mano, contento de ser así.
Yo sería relojero con el orgullo de un duque,
y no comiendo balduque, ni el chupatintas que fui

A todo el que me pregunta, le contesto sin recelo
que es mérito del abuelo mi rara precocidad,
que si hay alguien que merece un elogio clamoroso,
no ha de ser nunca el mocoso, será del de mas edad.

Como ahora estoy en vena , aprovecharé este día
para rendir pleitesía al hombre que me educó
siempre lo tuve presente, fue para mi como un rito,
y el era el padre bendito de la que a mi me parió.

lunes, 10 de diciembre de 2007

EN TUS BRAZOS



Solo en tus brazos se encuentra la vida,
solo en tu pecho anida la esperanza,
solo en ti hay calor, vida y bonanza,
eres tú la mujer que no se olvida.

Sin ti toda ilusión está perdida,
tu presencia trasciende confianza,
a tu lado la altura que se alcanza,
habrá de ser apoyo en la caída.

Solo vive quien puede merecerte,
pagando el duro precio de la muerte,
por la gloria de haberte conocido.

Y el que no alcance de tu amor la llama,
jamás ha de saber como se ama,
mas nunca ha de morir, pues no ha vivido.

sábado, 8 de diciembre de 2007

LOS DOS AMIGOS

Dos amigos entrañables que no tienen que ver
con el relato pero sí con el título






-¡Adiós Alfonso!
-¡Adiós Pepe!

Al cruzarse por la calle ambos amigos, si es que aún podía llamárseles así, se habían limitado a dirigirse un áspero y lacónico saludo para luego seguir sus respectivos caminos. Y, sin bien se mira, el saludo podía haber sido mucho mas frío, podían haber omitido los nombres ,podían, incluso, no haberse saludado. La aspereza estaba mas bien en las maneras , en la expresión del rostro, en algo, en fin, que no se puede decir con palabras, pero que hubiese sido perfectamente percibido por cualquiera que se hubiese cruzado con ellos en aquel instante.

Habían sido amigos inseparables, no se concebía la presencia de uno sin la del otro. La llegada de cualquiera de ellos a un determinado lugar era como el heraldo que anunciaba la próxima del otro. La gente se había acostumbrado a verlos siempre juntos, siempre cordiales, siempre afectuosos con ellos mismos y con los que les rodeaban. Entre todas sus relaciones , incluidas las pocas no comunes, había como una especie de acuerdo tácito para no contar con uno sin el otro y, naturalmente, cuando la ocasión lo exigía, con sus respectivas esposas. Porque ambos estaban casados y la amistad y el afecto que se profesaban se salía de la estricta esfera personal y se prolongaba, como algo lógico y natural, en las relaciones de ambas parejas. No se podía decir que las esposas fuesen tan amistosamente entrañables como lo eran ellos. no formaban, como lo hacían sus maridos , una pareja inseparable, entre ellas, no llegó a existir una verdadera amistad. Cada una tenía su mundo y su vida que le eran propios y solamente las aglutinaba la presencia de sus maridos. Entonces si; entonces eran cuatro inseparables compinches y no había fiesta social, banquete, etc., en la que no se les viese juntos, siempre riendo, siempre felices y alegres. Era una intimidad limpia y sana sin el menor interés bastado, sin la menor reticencia, sin la mas leve nube que empañase aquella serena amistad. Por rara virtud no había caído en lenguas de comadres. Habían tenido el acierto de no promiscuar ni en el mas leve y banal aspecto de sus relaciones matrimoniales. Muy rara vez, en alguna fiesta, bailaba uno con la mujer del otro y no existía fisura por donde pudiese infiltrase el veneno de una maledicencia que, con tanta frecuencia se daba en otros casos similares. También estaban unidos en las horas de dolor, que procuraban compartir con verdadero y fraternal afecto, sin frases, sin gestos protocolarios, si no con el verdadero y sincero deseo de ayudarse a sobrellevar los golpes que la vida, de vez en cuando , les asestaba.

Dice un proverbio chino que “En minuto de error se deshace de un siglo la labor” y así, aquella amistad monolítica se vino al suelo en un momento desafortunado. En realidad fue una futesa y no vale la pena entrar en detalles, Una palabra inoportuna, una reacción inadecuada y se produjo lo inesperado. Fue durante una fiesta en la que se bebió liberalmente y es posible que el alcohol fuese el culpable máximo . Pero se continuó libando hasta que de la alegría se pasó a la histeria y de las palabras a los hechos. Todo fue imprevisible y absolutamente irreparable. Hubo insultos y bofetadas en público y fue tan mortalmente herido el orgullo y el amor propio de ambos, que de nada sirvieron , posteriormente, los buenos oficios de los amigos comunes.

Ya han pasado varios años desde aquel incidente que arruinó una amistad aparentemente inconmovible. En realidad las ofensas están perdonadas, pero los hechos no han sido olvidados, y, las pocas veces que se ven, procuran eludirse. La ciudad es muy grande y, como ya no se buscan, rara vez se encuentran. Hoy se han visto a distancia. Caminaban, en direcciones opuestas, por la misma acera y se dieron perfecta cuenta de que se iban a cruzar. Y así, al llegar uno a la altura del otro, se limitaron a decir:

-¡Adiós Pepe!
-¡Adiós Alfonso!